Billy Corgan y los suyos vieron cómo se cancelaba la actuación que tenían prevista en el Rock Coast de Tenerife y debieron pensar que, ya que estaban en España, no estaría mal volver a estar frente a sus seguidores. Sin casi tiempo para reaccionar, anunciaron un show sorpresa en la sala Marco Aldany de Madrid. Las entradas, lógicamente, volaron. Es un lujo difícil de rechazar ver a una de las bandas más grandes de los noventa en una sala tan pequeña.
En el show, los de Chicago alternaron grandes éxitos con temas de su inminente nuevo disco, Oceania. Los mejores momentos, y los más nostágicos, llegaron con los temas que pusieron la banda sonora a una generación. Bullet with butterfly wings, 1979 y Tonight, tonight, que además contó con la inusual entradilla de Tonite Reprise, fueron las más coreadas de la noche.
Billy Corgan ya no es aquella estrella del rock -aunque él se sigue dirigiendo al público como un mesías- con la que soñaban las adolescentes de medio mundo, pero su presencia en el escenario sigue siendo imponente. Ocupó el centro de la sala, flanqueado por su los nuevos ‘smashing’: Jeff Schroeder (guitara), Mike Byrne (batería) and Nicole Fiorentino (bajista).
Y la verdad es que cumplieron con nota. Es imposible no echar de menos el poder de Jimmy Chamberlain con las baquetas, el estoicismo de James Iha en laguitarra o la turbadora presencia de Melissa Auf der Maur en el bajo, pero sus sustitutos estuvieron más que dignos. Y a pesar de que el sonido de la batería del jovencísimo Byrne estaba muy por debajo de sus compañeros, el batería ‘cerró’ el show cantando unaa versión del Black Diamond de los Kiss que no estuvo nada mal.